RAID OCTUBRE 2016 CURSO DE DUNAS por Jose Luis Guerra TOYOTA Kzj 90

Raid Marruecos Octubre 2016 con Sahara4x4Xtrem

Jose Luis Guerra – advmaroc.com

Éste ha sido mi sexto viaje a Marruecos (séptimo si contamos un fin de semana puramente turista por Marrakech y Essaouira). También ha sido el segundo que hago con Xavi, artífice y capo de Sahara4x4Xtrem. Supongo que a lo largo de mi crónica os podréis hacer una idea de la profesionalidad de Xavi y la tranquilidad que supone viajar con él; a la vez que es una persona tan cercana que ayuda a que todo sea más sencillo.

Día 1

Tánger – Ouzoud.

673 km. Autopista y algo de carretera.

Habíamos quedado un Miércoles 5 de Octubre en el puerto de Tarifa a las 8 de la mañana para coger el ferry de las 9. Creo que todos los miembros de la expedición habíamos hecho noche en Tarifa. Durante el desayuno me pongo un poco al día con Xavi, mientras vamos conociendo al resto del grupo. Esta vez soy el único que repite, así que mientras nos cruzamos por los pasillos del hostal voy “tranquilizando” a quien me voy encontrando. “Lo vamos a pasar de maravilla”, le digo a Jesús, “con Xavi está todo controlado”.

Llegamos al puerto y ponemos cara a cada coche con su dueño. A bordo de un cuidado KZJ 90 están Manolo y Mariano, el “Team Sixty”, los más veteranos de la expedición pero no por ello los menos animados. Con un Mitsubishi Montero, Andrés y Reimon, venidos desde Asturias con fuerzas de sobra para quedarse en Marruecos un par de meses. Jesús y Loli son un matrimonio con ganas que se ha recorrido la península desde Barcelona en su Ford Ranger nuevecita. Curro y Peter, “vacilando” con su flamante FJ Cruiser y con cierta experiencia por Marruecos. Y por ahí estoy yo, que repito con mi KZJ 90. Por parte de la organización, este año he conocido a Luis, haciendo la asistencia y el apoyo mecánico, que viene acompañado por Raquel. Sólo puedo hablar bondades de ambos, pero Luis es de Mitsubishi y yo de Toyota… nadie es perfecto. Y por supuesto, Xavi, con el HDJ 80 recién vinilado que tanto venero.

Bueno, cogemos el ferry y una vez en movimiento comienza el primer briefing que trata sobre la burocracia para pasar la aduana y las normas genéricas que cumpliremos a lo largo del viaje. Vale, yo no atiendo mucho porque ya me lo sé, así que me preocupo en que el resto atienda y resolver en la medida de lo posible alguna duda. Xavi nos entrega la equipación para nosotros (una bonita chaqueta personalizada que, en mi caso he dedicado a mi copilota ausente) y para nuestros coches (¡las pegatinas!).

Pasamos la frontera y antes de ponernos en camino, cambiamos dinero, montamos las emisoras y los equipos de navegación. También ponemos pegatinas, por supuesto, pero este año no me pilláis… vengo preparado con mi agua con jabón y la espátula para vinilar el coche a gusto.

¡Arrancamos! Atravesamos Tánger, llenamos los depósitos y cogemos autopista para llegar cuanto antes a Beni-Mellal y después a Ouzoud, donde haremos noche. El viaje transcurre sin problemas. Xavi por delante abriendo el grupo y Luis cerrando, controlando que no se pierda nadie a la salida de los múltiples peajes o que todos cojamos las correspondientes salidas. Todo va como la seda, no se esperaban incidentes el primer día (siendo todo el trayecto por autopista), pero yo mismo inauguro la lista de averías. En un tramo en la autopista, yendo a 120, de repente el indicador de temperatura del agua me sube hasta el tope y, sin darme tiempo a reaccionar, ¡el motor se para! Sigo circulando con la inercia, lo intento arrancar y nada… así que avanzo aprovechando pendiente a favor mientras aviso por radio que estoy KO. El susto que tengo es pequeño… primer día, ni un solo bache off-road y ya me tengo que volver a casa. Aparecen Luis y Raquel para echarme una mano (o más bien se la echo yo a Luis en lo que puedo, porque él es el que sabe…). Por alguna razón, no tengo ni una gota de refrigerante en el radiador. Luis mira y remira y no encuentra fuga por ningún lado. A priori, el coche ni ha tirado el agua, ni se la ha bebido… parece que simplemente se ha esfumado… hasta que Luis ve uno de los manguitos que van a la calefacción sudado. Parece que es el causante y que tiene fácil solución anulando la calefacción. Así hace Luis, una vez que el coche está frío. Rellenamos con refrigerante que llevaba yo y con agua bendita que llevaba Luis; probamos y todo fenomenal. Nos reencontramos con el grupo, que esperaba unos pocos kilómetros más adelante y durante los siguientes 40 kilómetros voy probando el coche, forzandolo un poco. Todo perfecto, la aguja de la temperatura ni se mueve, así que parece que las manos y el agua de Luis son efectivamente benditas.

Vaya susto… el año pasado ya me perdí un par de días de la ruta al romper la transfer y éste parece que no empieza mucho mejor… pero por suerte al final del viaje fue la única anécdota en mi balance mecánico. A un Mitsu eso no le pasa porque claro, como fabrican aires acondicionados, tienen eso de la refrigeración más que controlada… 🙂

Nos estamos acercando ya a Ouzoud cuando anochece. Una pena perdernos las vistas del paso por la presa de Bin-El-Ouidane, pero al final llegamos a destino más o menos a la hora prevista. En esta primera noche creo que mis compañeros de expedición van a conocer lo que yo ya sabía: la calidad de los alojamientos que elige Xavi. Me siento al lado de Peter para cenar, que se ha tomado la confianza (y sin duda se la ha ganado) de llamarme por mi apellido. Después de algo de tertulia regada con té, nos vamos a dormir. Tengo una suite toda para mí y bueno, creo que se me hace un poco grande…

Día 2

Ouzoud – Boumalne. 303 km.

Carretera y pista por valles y ríos.

Mis compañeros de ruta van a probar hoy por primera vez lo que significa cuando Xavi dice “a las 8, con el motor en marcha”. Madrugamos y desayunamos. Reviso el nivel del agua y veo que está perfecto. El agua bendita de Luis sigue funcionando. Antes de ponernos en camino visitamos las cascadas, lo que conlleva dar una caminata de una hora. El entorno es fabuloso y la idea de hacerlo bien temprano me agrada. Veo muchos restaurantes y puestos varios, así que no me quiero ni imaginar cómo se pondrá aquello en pleno “horario comercial”. Mucho mejor así, yendo casi solos.

Tras el momento turista, nos disponemos a salir. El dossier dice que la etapa de hoy es preciosa y ya se que eso significa que efectivamente lo será. Empezamos por carretera divertida, por pueblos y algún que otro pequeño puerto de montaña que entretiene bastante. A media mañana paramos en el lecho de un río casi seco a tomar el aperitivo. Primer contacto con las piedras y… ¡ay! parece que el Ford Ranger está demasiado baja para según qué terreno. Habrá que ir con cuidado.

Antes de comer ya estamos metidos en el lío. Un local nos dice que el río está transitable. Y digo esto porque hoy nos toca ir por el lecho de un río que, lejos de estar seco, en algunos puntos lleva bastante agua. El paisano no se equivocó y se podía circular sin problema, pero no por ello sin llevar cuidado. Antes de eso, tiraremos un rato por la falda de la montaña, dejando el río a un lado.

Bien, ya estamos inmersos en la ruta. El río lleva el agua justa para que suene cuando pasamos, pero no es nada que no se pueda salvar. Sin embargo, por las piedras hay que llevar siempre cuidado o si no, un pequeño despiste y ¡pof! el compañero Andrés ha pinchado. Supongo que Andrés es perfeccionista y cuando hace las cosas, las hace bien de verdad porque no sólo ha pinchado una, sino dos ruedas de su Mitsubishi, Por suerte, se podrá apañar con una de las de Luis, nuestro mecánico.

La etapa está siendo preciosa. Nos cruzamos con varias personas de las que habitan por allí. Más de uno se lleva su premio en forma de golosina, ropa, calzado o lo que sea. Siempre te “pagan” el gesto con una sonrisa. Nos cruzamos con algún burro y vemos como sus dueños siempre se esfuerzan en hacerte el paso cómodo. Cuando nos cruzamos, un saludo y todos tan amigos. He de decir, además, que este paisaje de valles profundos y estrechos, con su río y sus montañas, me chifla. Es algo difícil de ver en España o, mejor dicho, es difícil poder circular en coche por un sitio así.

Abandonamos ya esos valles y estamos en carretera. Empieza a anochecer. Algo pasa en Marruecos que vemos mucho movimiento por los pueblos que pasamos. Mucho jolgorio y algo parecido a manifestaciones. Más tarde nos enteraríamos de que estaban en plena campaña electoral para las elecciones.

Ya es de noche y hay algo de tráfico. De repente, no sé muy bien cómo, pierdo contacto visual con el coche que me sigue, que son Andrés y Reimon. No contestan a la radio y no sabemos dónde están. Como ellos tienen que parar a reparar las ruedas, Xavi nos organiza para que vayamos tirando hacia el hotel los que podamos. Así, llegamos una primera remesa de al hotel Xaluca Dades. Se nota que aquí se respira ambiente de rally, un parking lleno de todoterrenos bien preparados lo delata. Nos reciben con tam-tam y bailes. He sido el último en llegar y cuando entro por la puerta Curro me da las llaves de mi habitación. Parece que vengo a mesa puesta. Ahora es tiempo de ducha y de descansar un poco. Bajo a cenar y salgo al coche a por algo que se me ha olvidado, y justo en ese momento aparece Xavi. Eso significa que ya estamos todos y que podremos disfrutar de una cena tranquila todos juntos. Después de la cena, ya sabéis, algo de tertulia…

Día 3

Boumalne – Erg Chebbi. 308 km.

Carretera, pista de montaña y dunas.

Esto se va a poner interesante… Hoy atravesamos el Saghro. Este mismo año ya lo hice en Febrero y sabía que iba a ser espectacular, pero esta vez la ruta es algo diferente y he de decir que me gustó más por ser menos transitada. Ya en ruta, nos desperdigamos un poco. Vamos cada uno a su ritmo y cada uno disfrutando a su manera. Mi soledad en el coche, lejos de resultar monótona o aburrida, hace que lo disfrute todo más. Digamos que, como no tengo por quien preocuparme, tengo todos los sentidos en lo que veo por delante, en lo que siento en el volante y en la música que escucho. Todo cuenta para crear una experiencia completa…

Hay que destacar el detalle de Curro y Peter, cargados desde España con ropa para regalar, al entregarle a una madre un capazo para su bebé. No todos lo vimos, pero con unas fotos nos hizo partícipe de la alegría que supone ver la cara de esa mujer.

Tras el paso de Saghro, cogemos carretera para acercarnos al Erg Chebbi. De camino, hacemos la parada casi obligada en la Cárcel portuguesa. Ya había estado, pero se agradece repetir. Después de disfrutar las vistas de arriba, comemos a la sombra del muro de piedra que la cierra y seguimos el trayecto. Enseguida llegamos a Rissani y poco después, ya podemos ver a silueta del Erg Chebbi rompiendo en el horizonte. Aunque en un principio esta noche acamparemos en la duna, nos pasaremos por el Hotel Tombouctou (que será donde otros días nos alojaremos) para descargar equipaje que no necesitaremos. Tras eso, rodeamos el erg hasta el norte para, después de desinflar ruedas y recibir el primer briefing de dunas, liarnos con la arena.

Xavi nos organiza el orden que deberemos llevar siempre en las dunas. A mí me deja el último, por ser repetidor, así que me tocarán las rodadas más trilladas. Por delante de mí tengo a Curro y Peter y, por delante de ellos, vamos protegidos por Luis y Raquel que, como asistentes a la organización, vigilarán que no nos pase nada a los de atrás.

Pues nada, ahí vamos. Metemos reductora, segunda y… ¡arena! Este primer tramo está siendo como el año pasado, así que mentalmente voy comparando. Si el año anterior iba de puntillas por la arena, en segunda y tercera, este año voy firme (no quiero decir confiado, porque uno nunca lo está) en cuarta y cuando puedo quinta, aprovechando el buen par de mi Toyota.

Todo transcurre con normalidad por delante. Por detrás, la arena es un campo minado… Curro va bien, no le faltan caballos ni manos. Yo tengo algún problemilla, pero salgo por mi propio pie aplicando lo aprendido el año pasado: “ruedas a favor de bajada, al fondo de la olla, marcha-atrás para coger carrerilla y otra vez arriba”. Me gusta no ser un problema.

Seguimos adentrándonos y cada uno va definiendo su perfil. Esto supongo que lo sabrá bien Xavi, pero no hay dos conductores iguales. La Ford Ranger es un poco baja con sus estribos laterales y se clava en alguna cresta. A Manolo hay que frenarlo para que no vuele con su KZJ 90. A Andrés parece que le falta un pelín de gas en la cresta, pero lleva de copiloto a Reimon, que llegará a ser especialista en poner eslingas en tiempo récord. Por detrás, vamos tranquilos, disfrutando e intentando no hacer ruido.

Casi sin darnos cuenta, llegamos a la duna que Xavi tiene marcada como “Sabor Superior”. Ahora viene lo de hacer dunas “de verdad”. Salir con velocidad en segunda, tercera, cuarta, quinta… y ganarle así la partida al desnivel. La hacemos en dos tramos hasta que tomamos la cresta. ¡Uf! qué bien me lo acabo de pasar… Es una pena que, una vez arriba, no hay ningún video, foto o panorámica que describa la sensación de estar sobre más de 100 metros de arena. Eso hay que vivirlo en persona. Charlamos un poco, hacemos las fotos pertinentes y recibimos el briefing sobre bajada de dunas. Tras ello, nos tiramos. Bajaremos una primera pendiente hasta una olla cada uno por su rodada. Una vez abajo, cogeremos una sola rodada para subir una pequeña cresta y hacer la segunda bajada. Uno a uno vamos cayendo… aún recuerdo mi inocencia el primer año, lo mucho que impresiona bajar… ahora es lo que más me gusta, me lo paso pipa cuando voy colgando del cinturón de seguridad, así que espero con ansia mi turno. Cuando llega, segunda corta y para abajo. Mi KZJ 90 retiene mucho, así que tengo que darle una puntita de gas para no pararme. Llego al fondo de la olla, tercera a fondo y subo la cresta; y ahora sí, segunda para no volar y dejarme caer siguiendo la rodada. ¡Buah! Me siento como un niño pequeño jugando en la arena (nunca mejor dicho).

Empieza a anochecer y el tiempo está un poco rabioso para acampar (mucho viento). Xavi, nos propone cambiar esta noche de acampada por la de hotel del día siguiente. Acampar con viento es muy incómodo, así que decidimos cambiar y nos dirigimos al Hotel Tombouctou. Ducha, cena, tertulia y cama. Mañana será nuestro primer día completo de dunas.

Día 4

Erg Chebbi

36 km. Dunas.

Como decía, este va a ser nuestro primer día completo en las dunas. Madrugamos para aprovechar la buena arena de la mañana, dura, y la buena luz que hace ver todas las siluetas mejor. Salimos desde el Hotel Tombouctou para atravesar las dunas de Oeste a Este, casi por el medio. Subiremos hacia el Norte para volver a buscar la duna Sabor Superior que hicimos ayer. Por el camino, alguna explicación sobre cómo leer una duna grande y establecer una estrategia para superarla mientras tomamos un aperitivo. Llegamos a Sabor Superior, subimos igual que ayer, pero la bajaremos por otro sitio. ¡Uf! Hoy me habéis dejado poco hueco, así que llego a la cresta a duras penas y de hecho no consigo colar bien. Habrá que eslingar para salir, pero no seré el único. Somos cuatro los que nos hemos quedado cortos, así que nos eslingaremos uno a otro para ir sacándonos. No pasa nada, porque es parte del curso y es una tarea que resulta sencilla con las instrucciones de Xavi y la supervisión de Luis. Dicho y hecho, nos desatascamos, bajamos y nos encaminamos hacia el Oeste.

Comemos en un oasis donde nos prepararán un rico té. No soy muy de té o infusiones en España, pero me vuelve loco el marroquí. Después de comer, seguimos dirección Oeste disfrutando los últimos coletazos del día mientras buscamos sitio para acampar. Hoy el día parece que acompaña, hace un sol espléndido y todo invita a abrir la tienda de campaña, así que subimos a una “terraza” donde poder acampar con vistas. Una vez arriba, disponemos los coches en el habitual círculo y aprovechamos para disfrutar las espectaculares vistas de 360º que ofrece la altura. Espectaculares… hasta que miramos al Norte y vemos a lo lejos que se aproxima una tormenta de arena de proporciones colosales. Creo que no exagero si digo que la lengua de polvo que se elevaba más de 200 metros desde el suelo. Nos fijamos bien en la dirección que lleva tomando como referencia algún punto fijo como una antena y vemos que la tormenta viene en dirección Sur, así que nos pillará de lleno.

La primera decisión es permanecer dentro de los coches y esperar a ver si es cuestión de 20 ó 30 minutos. Mientras tanto, aprovechamos para seguir la comedia a través de las emisoras. Al principio, mi coche miraba al Norte, así que vi la llegada de la tormenta con todo lujo de detalles. Debo decir que, más que impresionar, asusta cuando ves la fuerza que lleva el viento y cómo menea el coche. Posteriormente me cambio de posición y lo intento resguardar un poco, así que me quedo mirando hacia el Oeste, teniendo Hassilabied a mis diez. Llevamos ya una hora y se nos ha hecho de noche; no tiene pinta de que esto vaya a mejorar, así que tomamos la decisión de bajar y buscar refugio en alguna olla. Veo en plena noche luces de motos y un coche en la parte baja de las dunas, viniendo desde Hassilabied que a saber a dónde van… Arrancamos y comprobamos si nos hemos atascado; y es que el efecto del viento en la arena es como el de las olas del mar cuando te paras de pie en la orilla. Igual que el agua te va retirando la arena de los pies y te hunde, el viento barre la arena bajo el coche y lo clava. El más perjudicado es el FJ Cruiser de Curro, que está hundido algo así como medio metro. Xavi lo saca tirando de eslinga y nos disponemos a bajar ayudados por las luces “infinitas” del Mitsu de Luis. Bien, hoy acabamos con nocturna con tormenta…

Bueno, la cosa mejora cuando llegamos abajo. Hay algo de viento pero por lo menos no hay polvo, así que acampamos. Aunque el viento no incordia mucho, en algún momento pega un arreón fuerte que te levanta la tienda. Como eso de clavar la tienda en la arena no tiene mucho sentido (por cierto, allí he dejado de recuerdo algún viento enterrado), toca sujetarla como se pueda. En mi caso, meto dentro la mochila donde llevo todas las eslingas, grilletes y polea; y eso es suficiente para asegurarla en su sitio.

Ahora podemos ver los efectos de la tormenta de arena en nuestros coches. El más perjudicado parece el Ford Ranger de Jesús y Loli, que aguantó toda la tormenta por el mismo lado. Vemos que tiene todo un lateral en un “bonito” azul mate… Una pena en un coche con apenas 4 meses. Curro también tiene algunos cristales de su FJ tocados y un espejo ha quedado inservible. Yo creo que también tengo la luna delantera algo mate y tengo las llantas de un lado como recién salidas del concesionario.

Cena y tertulia al calor de la hoguera. Tenemos chistes y anécdotas varias que regamos con té y diferentes espirituosos, mientras nos acompañados por música de la de por allí. Poco a poco los compañeros van cayendo y retirándose a dormir, aunque alguno aguantamos un poco más…

Día 5

Erg Chebbi

49 km. Dunas.

Tercer día en la arena. El tiempo, en lo que a calor se refiere y dejando de lado la tormenta de ayer, nos está acompañando. El calor es soportable. El año pasado a estas alturas había roto la transfer de mi Toyota y recuerdo que después de lo mal que lo pasé ese día con el calor y la tensión, al día siguiente, sin coche, preferí quedarme descansando en un hotel en lugar de ir de copiloto con alguien.

Recogemos la acampada y, ¿qué hacemos? ¡Más arena! Hoy bajaremos por las dunas dirección Sur, hacia el oasis de Oubira. Además, tenemos la posibilidad de abrir, el que quiera, en lugar de seguir rodadas. Llegamos a Oubira, donde subiremos la duna, pero no por el lado bestia (“el de los quads”), sino que buscaremos algo más asequible, haciéndolo en tres fases. A medio camino, veremos el Jeep que hay semienterrado y que, en función de cómo se comporte el viento con la arena, se puede ver o no. Me encuentro con alguna hierba de camello que me quita velocidad y no logro subir. Me dejo caer marcha-atrás y lo vuelvo a intentar, pero tampoco. Esta vez, en lugar de pararme me echo a un lado, hago el giro completo y consigo más inercia con la que logro subir. Cervecita para celebrarlo, bajada y hacia el Oeste, para salir de las dunas. Comeremos fuera, en el Hotel Madú. Después de comer, tenemos la posibilidad de irnos al Hotel Tombouctou para descansar y disfrutar de la piscina… o de seguir haciendo dunas. Manolo y yo nos quedamos con Xavi y el resto se va para el hotel, así que tenemos tarde de Toyotas.

Nos volvemos a meter a las dunas y Xavi me da la posibilidad de abrir. No me apetece nada, la verdad, porque me lo paso suficientemente bien siguiendo rodadas, pero considero que abrir es algo que hay que hacer y que tengo que aprender, así que asumo el rol de guía. Cargamos un waypoint que nos servirá de rumbo y vamos al lío.

La verdad es que a esta hora del día la luz no acompaña. El Sol está tan arriba que me cuesta distinguir las sombras y el dibujo de las dunas, así que hago lo que puedo. A los 10 minutos hemos llegado al lugar donde habíamos pasado la noche anterior y yo ya estoy algo cansado de liderar el mini-grupo. Xavi intenta subir a la duna grande que nos sirvió de abrigo la noche anterior y lo consigue; pero Manolo y yo lo vemos demasiado técnico como para ponernos a probar, así que Xavi vuelve a por nosotros para llevarnos de vuelta hacia el Tombouctou. Lo que no sabíamos Manolo y yo era que Xavi nos tenía una sorpresa preparada; y es que hicimos un recorrido de dunas medias divertidísimo, con pasos en peralte y constantes subidas y bajadas. El mismo Xavi nos diría después que se lo había pasado fenomenal. Yo estoy alucinando y Manolo creo que se ha quitado 30 años de encima con esta rutilla…

Llegamos al Tombouctou todavía con luz. Nos daría tiempo a probar la piscina… pero yo caigo en la cama; así que hasta la cena no saben nada de mí. Durante la cena, me reencuentro con Peter, que se había saltado la acampada anterior y había disfrutado del hotel. Hoy, duro poco en la tertulia post-cena… me voy a la cama y me quedo dormido viendo un reportaje en la tele de El Bosco que ponen en TVE internacional…

Día 6

Erg Chebbi – Acampada Pista prohibida

103 km. Dunas y pista.

¡Más dunas! Sinceramente, pensaba que se me iba a hacer algo pesado tanta arena, pero no, aún tengo mecha. Hoy la idea es entrar en las dunas, pasar todo el día y acampar; pero como nos sale la arena por las orejas, Xavi nos propone jugar un rato en la arena y después de comer salir y comenzar la ruta del día siguiente con la idea de acampar en el camino y tener algo de la ruta adelantado para llegar con más tiempo a Mhamid. Esa ruta yo me la perdí el año pasado, ya que hice el enlace por carretera después de haber sacado el coche del Garage Royal de Erfoud tras haber cambiado la transfer; así que sé que merece la pena llegar al Hotel Azalay de Mhamid con tiempo para descansar y disfrutarlo. De aquello, me quedo para mí la experiencia que supone hacerse 400km en soledad por Marruecos.

El resto del grupo acepta la propuesta y eso es lo que hacemos. Dunas hasta Oubira, donde comemos y tomamos té con los locales; y por la tarde salimos de las dunas y comenzamos la siguiente ruta. Antes de abandonar definitivamente el Erg Chebbi, paramos a echar gasolina en Merzouga y allí nos despedimos de Curro y Peter. Sus obligaciones les impiden seguir el viaje con nosotros; así que ellos se vuelven para España. Una pena, pero espero que nos volvamos a ver…

Repostamos combustible para los coches y agua para sus ocupantes y encaminamos la pista prohibida. En la carretera de Merzouga a Rissani, miro a mi derecha y me despido mentalmente del Erg Chebbi. Es una pena no saber cuándo vas a poder volver a verlo…

Así, llegamos a Rissani y poco después de atravesarlo nos metemos en pista. Vamos en dirección Oeste, así que resulta un tanto incómodo conducir por pista con el sol de cara, pero no tardaremos mucho en parar, porque tenemos que acampar. Xavi encuentra un sitio bastante agradable, con arena blanda en medio del pedregal y allí nos quedamos. Toca montar las tiendas y después de eso, cena y la habitual tertulia con té y demás. Esta noche se nos alarga hasta las 2am… Por cierto chicas, os confirmo que las huellas que vimos eran de pequeños ratoncitos.

Dia 7

Acampada Pista prohibida – Mhamid

323 km. Pista y un poco de carretera.

Éste iba a ser un día duro para mí en lo físico y en lo mental, pero aún no lo sabía mientras estábamos desayunando. Recogemos la acampada y nos ponemos en marcha. Al poco de salir, necesitamos parar a revisar un ruido de la Ford Ranger. Parece que se ha metido algo de polvo o arenilla entre el disco y su protector o en la pinza. Tras solucionarlo, nos ponemos en marcha, no sin antes haber aprendido una lección: en Marruecos, nada de tuercas antirrobo. Si por un casual te dejas el adaptador puesto en la tuerca tras montar la rueda y sales con él, lo perderás y la próxima vez que pinches, tendrás un problema. Hay que ser previsor y montar tuercas convencionales para minimizar riesgos.

La ruta avanza sin más incidencias. Está siendo tan tranquila que nos separamos bastante, siguiendo cada uno su ritmo. Llegamos a las inmediaciones de Tafraoute, por zonas que ya conozco y pasamos el oasis con la “piedra del indio”. La verdad es que creo que es la tercera o cuarta vez que paso por aquí y hasta ahora no me había fijado en ese capricho de la naturaleza, que ha tallado una piedra hasta darle la forma casi perfecta de la cabeza de un indio (americano, con su pluma y todo).

Para pasar a Tafraoute, utilizamos un paso de arena que yo no conocía, zona de… ¡gas!. Parada técnica a tomar algo y estirar las piernas y continuamos. Hasta ahora, el paisaje de hoy es puro desierto. No el desierto de dunas que tanto nos gusta, sino el desierto de inmensidad, de llanuras, de piedras y de montañas lejanas. También tiene su encanto, por supuesto.

Se acerca la hora de comer cuando llegamos a un control militar; y es que estamos a apenas 15 km en línea recta de la frontera con Argelia. Bueno, más bien llegan los de cabeza, según escucho por la emisora; yo voy en medio del grupo, con unos 10 minutos perdidos con respecto a ellos, que están yendo bastante rápido. Aunque íbamos cada uno a su ritmo, no quería separarme mucho de ellos. Creo que la tensión física y mental de aumentar el ritmo, aunque sin llegar a forzar, fue suficiente para cansarme más de lo debido. Llego al control y Xavi ya lo tiene todo preparado para nuestro paso. No lo ví, pero supongo que le entregaría al militar una hoja con los datos de todos los integrantes del grupo (pasaportes, matrículas de los coches, etc) que suelen pedir en estos controles. Nada más pasar el control, nos reagrupamos en un pequeño oasis para comer. Después de comer, me siento algo cansado, así que recojo rápido y desaparezco diez minutos para descansar un poco en el coche, con el aire acondicionado a tope y así espabilarme. Es momento de beber una bebida energética…

Continuamos la ruta para pasar por “el volcán”. Una montaña que tiene apariencia de volcán. Es una pista muy bacheada, construida con la propia piedra de la montaña, que es de color negro y prácticamente lo alicata todo. Bajamos el volcán y la música que suena en mi coche es el disco “Gallo de Pelea” de Juan Pardo… Supongo que estoy romántico.

Salimos de la pista prohibida justo por el cartel que pone, precisamente, “zona militar, prohibido el paso”. Estamos paralelos a la carretera que va desde Zagora a Tagounite, así que atravesamos un atajo para llegar a ésta. Salimos justo a la gasolinera, donde llenaremos depósitos y limpiaremos filtros, ya que la ruta ha sido bastante polvorienta. Allí me llevo la sorpresa del día… alguien me ataca por detrás y resulta ser mi amigo Jon, de Bilbao, que está haciendo en moto la ruta “Marruecos X-trem” con el Club Aventura Tuareg. Ya sabía que iba a estar por allí, junto mi otro amigo Jaime, de advmaroc.com; y que íbamos a coincidir por Mhamid, pero llevábamos recorridos distintos así que no contaba encontrarme en ruta. Me cuenta que una de las etapas se le ha hecho muy dura y hoy está haciendo el enlace en coche… Mientras hablo con él, desmonto mi ciclónico para quitarle el polvo y… ¡sorpresa, está hasta arriba de arena! Claro, ahora caigo en la cuenta de que el día de la tormenta de arena en Erg Chebbi, durante el rato que estuve de cara a la nube se debió llenar de arena. Con todo listo, me despido de Jon y quedamos en tomarnos algo cuando acabemos el día, pero ya le aviso que voy justito de fuerzas… y que tengo una bonita piscina cubierta en el Hotel Azalay esperándome…

Arrancamos tras repostar y pasamos Tagounite. Xavi se para en un taller a saludar a un amigo y me invita a que yo siga, liderando el grupo. “Jose, tira tú que ya sabes dónde es”. Parece una tontería, pero me gustan esas muestras de confianza… es verdad, conozco el camino y tengo la confianza suficiente para no comprometer a nadie, así que me llevo al grupo hasta Mhamid. Poco antes de llegar, justo en un control de la Gendarmería, nos alcanza Xavi.

Llegamos al hotel que, como ya he dicho, se trata del Azalay, muy bonito y recomendable. Llego muy cansado, pero creo que a parte del cansancio llevo algo más… y es que tengo el estómago algo revuelto. Siempre controlo muy bien lo que como y bebo en Marruecos, pero también hay siempre un día que uno se suelta un poco… tampoco lo bacheado de la ruta ha ayudado así que aprovecho para descansar en una habitación inmensa que tengo para mí sólo.

Dejadme que os comente mi experiencia del año anterior, en esta misma ruta. Como ya he dicho, mi coche estuvo dia y medio parado en el Garage Royale de Erfoud, cambiando la transfer, así que hice toda esta ruta por carretera. Saliendo de Erfoud a las 12:30 de la mañana y pasando por Alnif, Tazzarine, Zagora y Tagounite para llegar a las 17:30 al Hotel Azalay. Llegué bastante antes que mis compañeros y sólo tuve que dar mi nombre y decir que venía con Xavi, de Sahara4x4Xtreme para que se me abrieran las puertas sin ningún tipo de problema. Así que aproveché y me dí un baño en la bonita piscina cubierta que tienen, que dista mucho del concepto “piscina cubierta” que tenemos. Una preciosidad que merece la pena disfrutar. Después del baño, me tomé unas cuantas cervezas en el bar que me sentaron de maravilla, como celebración por haber recuperado mi coche… y así me pillaron el resto de mis compañeros, a los que recibí con un fuerte abrazo.

Pero este año la cosa fue diferente. Llegué tan cansado y “tocado” que, tras asearme, me quedé dormido… era la segunda oportunidad perdida de disfrutar de un baño en una piscina; pero bueno, la verdad que últimamente no le doy mucha importancia a eso, ya que me parece que siempre tengo la sensación de que voy a volver a Marruecos y tener otra oportunidad. Además supongo que el hecho de estar sólo en la habitación ayuda a que se me vaya un poco la noción del tiempo…

El caso es que me desperté para la cena y después de ésta me salté el espectáculo de tam-tam incluso antes de empezar para volver a mi habitación. Para no parecer irrespetuoso, lo hice “por lo bajini”, sin que se notase… jejeje.

Día 8

Mhamid – Erg-Chegaga

83 km. Río de arena, pistas y dunas.

Hoy es una etapa bonita, que me encanta; hoy saldremos de Mhamid por su famoso río de arena, para llegar a las dunas de Erg Chegaga, donde haremos noche. Si, hoy tenemos dunas y esta vez sí que será nuestra despedida de la arena. Antes de ponernos en camino, hacemos una visita al Mhamid viejo que confieso que me encantó. Llevando de guía a uno de los empleados del Hotel Azalay, nos metimos por sus callejuelas estrechas, entre paredes de adobe y observando cómo a nuestro paso las mujeres locales vestidas de negro (casadas) se ocultaban. Con todo el respeto del mundo, intentamos pasar sin hacer mucho ruido, pero es inevitable algún mal entendido al hacer alguna foto. Visitamos una de las casas, donde vive el recepcionista del Azalay con su familia. Su padre no se deja detalle por enseñarnos. Supongo que estará orgulloso, ya que se ve que la casa destaca sobre las demás. Así, visitamos las estancias principales, el patio interior, la azotea y la cocina donde ya están preparando el pan del día. Toda una experiencia. Volvemos a los coches y Manolo y Mariano hacen entrega de un buen cargamento de gorras a los niños que se nos acercan.

Hacemos la compra del día en el pueblo y ¡venga, nos ponemos en camino! El río de arena es un clásico que hay que hacer, ya sea llegando de ruta a Mhamid o saliendo, como es nuestro caso. Resulta muy divertido y cómodo; tanto, que es como un patio de recreo para nuestros 4×4. Acabado esto, salimos a las llanuras previas al Erg Chegaga y enseguida llegamos a éste. Toca desinflar y entrar a jugar un poco a la arena.

Erg Chegaga es diferente a Erg Chebbi. Es más plano, sus dunas son más uniformes y sólo destaca la gran duna de Erg Chegaga, a la que llegamos sin dificultades. Este año no hay ninguna pareja Lituana perdida a la que ofrecer un viaje gratuito por las dunas, como el año pasado… jeje. La gran duna es impresionante. Es verla, mirar a mis 125 caballos y darla por descartada. Xavi intenta subir con alguna dificultad, ya que en este viaje su actual HDJ 80 no va tan fino como el del año pasado. Luis va como un tiro en el Mitsu (nunca reconoceré éstas palabras en público) y sube sin dificultad. Al siguiente intento y tirando de manos, Xavi consigue subir. Mientras esperamos abajo, a Manolo le da un arrebato de locura y lo intenta con su KZJ 90, dejando a Mariano en tierra. “¿Dónde irá este hombre?” Parece un descerebrado, pero cuando vemos que no consigue subir y tiene que volver, nos damos cuenta de que sus años de experiencia conductora le otorgan cierto grado de prudencia para saber lo que puede y no puede hacer y, con ésta, se vuelve hacia nosotros sin problema. Cualquier otro habría acabado empanzado o algo peor.

Xavi y Luis bajan de la duna por esa cara a la que tantas ganas le tengo yo. Ya he comentado que me encanta bajar dunas, y creo que ésta es la ideal para disfrutar, pero bueno… como decía antes, siempre tengo la sensación de que voy a volver, a Marruecos así que supongo que tendré otra ocasión, inshallah.

Montamos el chiringuito al pie de la duna para comer, protegiéndonos del sol con el toldo de Xavi. Después de comer, Andrés se anima a intentar subir la duna con su Mitsu. Debería tener caballos suficientes, así que le acompaña Luis… Vuelven sin éxito y esta vez es el propio Xavi quien lo intenta con el Mitsu de Andrés, pero tampoco… y es que parece que la arena ya empieza a estar demasiado trillada como para tirarle más veces.

Echamos el resto de la tarde por las dunas hasta que llegamos al campamento de jaimas en el que dormiremos. Allí nos encontramos con un amigo de Xavi, antiguo participante en los raids de Sahara4x4Xtrem y que esta vez está con Plaza Competición. A mí se me cae la baba viendo los Hilux preparados de Plaza… Anochece y algún Plaza se va de nocturna a las dunas… Cenamos bastante rico y tomamos un té fuera, a la luz de la hoguera y acompañados de tam-tam.

Día 9

Erg Chegaga – Ouarzazate

295 km. Arena, pista, algo de carretera y pista de montaña.

Salimos pronto por la mañana dirección Foum Zguid, así que atravesaremos el lago Iriki. Esta es una ruta clasicona, pero no por ello deja de tener encanto. Empezamos con un poco de arena y enseguida estamos ya en el lago Iriki. Aquí, como siempre; cada uno a su ritmo. Buen sitio donde siempre salen grandes fotos y vídeos de coches atizandole en paralelo. Todo muy dakariano. Llegando al final hacemos una parada para recoger fósiles; y es que Xavi tiene waypoints para todo… después de eso, viene la parte más aburrida de la ruta, el pedregal llegando a Foum Zguid, que resulta muy incómodo. Luis nos pega una buena pasada con el Mitsubishi que nos hace darnos cuenta de lo inteligente que es invertir en buenas suspensiones… Pasamos el clásico control militar al final de la pista y salimos a carretera para llegar a Foum Zguid.

En ese momento, Xavi avisa por emisora a Luis porque necesita ayuda. Escucha algo raro en el HDJ 80. Resulta ser un casquillo; si no recuerdo mal, de un tirante de la suspensión. El plan ahora es que Luis tirará de nosotros el resto de la ruta mientras Xavi intentará arreglarlo en Foum Zguid o a las malas en Ouarzazate. Así que nos separamos; mientras Xavi busca ayuda, el resto paramos en la clásica gasolinera Afriquia a la salida de Foum Zguid. Aquí vivo un momento nostálgico cuando un local se acerca y me da una tarjeta de un sitio para comer. Miro la tarjeta y resulta ser de Chez Rachid, una parilla interesante en el centro de Foum Zguid. El año pasado paré allí a comer y Rachid resultó ser un tipo tan simpático y amable que acabamos pasando la noche en su casa, donde conocimos a su familia y donde cenamos un rico cuscús elaborado por su esposa. Por lo que he visto en las fotos de otros raids de Sahara4x4Xtrem, algún otro año se ha parado ahí; a mí nunca me ha cuadrado, pero espero volver algún día.

Llenos de gasoil y con los filtros limpios, seguimos. Luis abre el grupo y yo lo cierro. Haremos un pequeño tramo por carretera para después coger una bonita pista de montaña que nos llevará Tazenakht atravesando el Anti-Atlas por el valle de Issil. La pista es lenta, así que hubo opiniones para todos los gustos, pero hay que reconocer que el paisaje es impresionante. Son sitios que no se ven todos los días; así que hay que saber disfrutarlos. Después de este primer “martirio”, cambiamos de valle y enseguida estamos en las montañas del Saghro, buscando el oasis de Fint, cerca de Ouarzazate donde en principio acamparemos. A estas alturas del viaje ya tenemos alguna baja para acampar, así que antes de buscar la acampada, nos acercamos a Ouarzazate a dejar a los disidentes. Además, allí deberíamos encontrarnos con Xavi ya que al final no encontró reparación en Foum Zguid y siguió hasta Ouarzazate. De camino, pasamos por el lugar donde acamparíamos más tarde y vemos que el día no es el mejor para ello, siendo muy ventoso. Además el día ha sido duro y al siguiente nos esperan 750 km de autovía.

Llegamos a un riad en Ouarzazate y volvemos a ver quien quiere y no quiere acampar. Resulta que soy el único al que no le importa acampar, junto con Xavi; pero como les dije a mis compañeros, “me da miedo quedarme sólo con Xavi”; y es que con tanto té después de cenar se nos están haciendo las noches demasiado cortas… así que, por descarte, yo también cancelo la acampada. En este primer riad no tienen sitios para todos, así que uno de los empleados nos lleva a otro. Esto son imprevistos que se arreglan sobre la marcha, sin llegar a ser fuente de problemas.

Esta vez, más que una habitación grande o una suite, tengo casi un apartamento para mí sólo. Tras acomodarnos y asearnos, cenamos. Uhm… hay pescado en el buffet. Llevo 10 días sin probar ni un pez, y yo soy una persona que cena 4 días a la semana pescado, así que se agradece, por sencillo que sea. Después de cenar, tenemos algo de comedia en la discoteca del riad. Resulta curioso estar en un sitio así. Un local con decoración típica de discoteca, con sus luces y demás, pero con música tradicional. Supongo que a mí me suena a música tradicional marroquí pero en realidad será el “pop” actual de allí. Al rato, comienza a tocar y a cantar uno que supongo que sería el Pablo Alborán marroquí. No lo hacía nada mal, la verdad; y creo que los españoles tenemos el oído más o menos hecho para la música árabe, por aquello de que suena “aflamencada”.

Bueno, nos hemos tomado alguna copita y ni muy pronto ni muy tarde nos vamos a la cama, con la triste sensación de que aquí ya está todo hecho. Mañana no pisaremos pista, así que se nota que ya nos estamos recogiendo para España.

Día 10

Ouarzazate – Asilah

747 km. Carretera, el puerto de montaña que atraviesa el Altas y, sobre todo, autopista.

Lo dicho, aquí ya está todo hecho. Salimos de Ouarzazate mirando a un lado y a otro de la carretera para ver los estudios de cine. Nos desviamos hacia Ait Ben Haddou y damos un bonito rodeo que nos llevará hacia Marrakech, por Telouet. Me gusta mucho esta carretera, que luego se convertirá en pista rápida. Como ya estamos a final de viaje, me gustaría que esto fuese todo asfaltado, pero me consuelo con los paisajes.

Así, llegamos por carreteras serpenteantes al típico puerto que atraviesa el Atlas. Paramos de bajada a tomar un aperitivo y hacer alguna compra. Algún fósil, alguna geoda de mentira; lo típico de por allí… se admite pago en dirhams, euros o cervezas.

Tras bajar el Altas, dejamos Marrakech a un lado. Una pena no hacer noche ni perderse por su medina y su zoco, pero no se puede tener todo. Aunque lo he visitado cuatro veces, no me canso de conducir por sus caóticas calles. Lo dicho, lo dejamos a un lado y cogemos autopista dirección Rabat. Es simple autopista, pero también lo disfruto. Paramos en una gasolinera a repostar y comer y aquí tengo el típico diálogo de besugos con el empleado que hace el servicio. El hombre me llena el depósito, me limpia el parabrisas y me rellena el agua del limpia. Le doy una propina y las gracias y él me contesta “bienvenido”. Le doy las gracias por darme la bienvenida y me vuelve a contestar “bienvenido”… Esto ya me pasó en un hotel en Fez… y es que es muy habitual que cuando das las gracias, ellos te digan un “de nada” traduciendo literalmente del inglés “you are welcome”; así que te dicen “bienvenido”. Hasta que no caes en la cuenta de ello te sientes un poco idiota dando las gracias por todo como un japonés…

Bueno, comemos, recogemos los bártulos, Manolo se vuelve loco comprando a un local y seguimos el camino hasta Asilah, donde haremos noche. Llegamos al atardecer, atravesamos el pueblo y Xavi nos indica dónde cenaremos. Llegamos al hotel, aseo rápido y volvemos al centro a hacer una pequeña excursión por la medina de Asilah. Un pueblo muy agradable, la verdad. A las 9 estamos sentados cenando un rico pescado. Y es que en la costa de Marruecos, el pescado está muy bueno… después de cenar, tomamos té y Xavi nos hace entrega de los regalos con los que nos despediremos. Es evidente que no explicaré en qué consisten los regalos, ya que forma parte de la magia de todo este viaje. Es buen momento para hacer balance y recordar anécdotas; y la verdad es que tenemos muchas y variadas, tantas como para escribir todo esto que estáis leyendo…

Nos volvemos al hotel. Mañana nos volveremos a España en dos tandas, quien quiera puede madrugar para coger el ferry de las 9 ó si no relajarse un poco y coger el de las 11. Yo, sumido ya en la tristeza de que esto se acaba, me volveré en el primer ferry, con Jesús y Loli y con Xavi. Ya lo doy todo por terminado, así que cuanto antes salga, antes llego a mi casa, ya que estamos cerca de Tánger (apenas 50km) y pretendo aprovechar para viajar directo hasta Madrid. Así que, con esas, nos despedimos de aquellos a quien no veremos al día siguiente, deseando vernos en alguna otra aventura y los más vagos nos vamos a la cama.

Día 11

Asilah – Tánger – Tarifa

Despedida y cierre.

Mmm… da gusto despedirse así de Marruecos. Madrugamos y el fresco de la mañana en la costa se nos cuela por el cuerpo. Los coches están empapados del rocío de la noche cuando nos subimos para encaminarnos hacia Tánger. En media hora ya estamos entrando en la ciudad. Nos da tiempo a llenar los depósitos aprovechando que el gasoil es más barato que en España y llegamos de sobra al ferry. Somos los primeros y los controles de aduana y pasaporte van rápidos, así que enseguida estamos en la cola para subirnos al barco. Aparcamos según las indicaciones del personal y subimos a la cabina. Al final, salimos con algo de retraso, tanto que la segunda horda de aventureros que se quedó en Asilah está a punto de llegar al puerto cuando el ferry suelta amarras. Suena la bocina y eso significa que dejamos Marruecos. Comentamos los últimos recuerdos e intentamos descansar un poco, ya que cuando pisemos tierra en España seguiremos camino hasta nuestros hogares, alguno más lejos que otro.

Llegamos a Tarifa y antes de subirnos a los coches nos despedimos en la misma bodega del barco. Las últimas palabras que me dedica Xavi son “espero volver a verte, pero la próxima vez, que sea con copilota”, a lo que yo respondo “inshallah”.

Arrancamos y pisamos suelo español. En el control de aduana, el Guardia Civil me pregunta “¿algo que declarar?”. Yo simplemente le digo “que me lo he pasado muy bien” y él sentencia con un “muy bien, pues lo que hay que hacer es repetir”.

Y ya está, ya se ha acabado y es momento de hacer balance y recordar. El balance es más que positivo, genial. Para mi gusto, todo a la perfección; no tengo queja ni crítica ninguna. Lo único, quizá me atañe a mí, que estando algo bajo de forma y lesionado, no pude dar el 100%, pero aún así lo disfruté. El recuerdo está lleno de nostalgia; y la tristeza sólo se consuela con la esperanza de volver, más pronto que tarde. ¿Volveré? Sí. ¿Volveré con Xavi? Por supuesto. Ya queda menos…

 

Un saludo para mis compañeros de ruta:

Loli y Jesús

Manolo y Mariano

Andrés y Reimon

Curro y Peter

Raquel y Luis

y Xavi.

 

 

Jose.

Madrid, Noviembre 2016

Leave a Reply

Translate »